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La identidad de una empresa no se refleja en los productos o servicios que ofrece, sino también en el nombre con el que se presenta al público. Este elemento, ya sea el nombre de una marca, un establecimiento o cualquier entidad comercial, constituye el primer punto de contacto entre la organización y los consumidores, facilitando su reconocimiento en el mercado.
Desde la perspectiva jurídica, el nombre comercial es un activo estratégico en el ámbito de la Propiedad Intelectual, ya que al ser registrado como marca otorga exclusividad y protege contra el uso indebido por terceros. Pero, ¿Qué implica su protección y cuál es su alcance legal?
El nombre comercial es un signo distintivo que identifica a una empresa o establecimiento en el mercado, diferenciándolo de otros negocios que realizan actividades similares. A diferencia de otras marcas, que distinguen productos o servicios específicos, el nombre comercial representa la identidad global de un negocio en su conjunto, incluyendo prestigio, reputación y, sobre todo, clientela.
Un aspecto clave del nombre comercial es que su protección no requiere registro para ser reconocido legalmente. La Ley Federal de Protección a la Propiedad Intelectual establece que el derecho de su uso exclusivo surge con el simple empleo del nombre en el comercio. Sin embargo, esta protección está limitada al área geográfica donde la empresa tiene presencia y es reconocida por su clientela. Esta protección puede extender su alcance a nivel nacional, siendo necesario demostrar que ha sido difundido de manera masiva y constante en todo el país.
A pesar de que el registro no es obligatorio, se recomienda solicitar la publicación del nombre comercial en la Gaceta del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Esta publicación de circulación general, ofrece la presunción de buena fe en su adopción y uso, otorgando mayor certeza jurídica a su titular y facilitando su defensa en caso de controversias.
El registro de un nombre comercial también debe cumplir con ciertos requisitos, entre los que se encuentran presentar pruebas de su uso efectivo en el comercio y demostrar que no existe otro nombre comercial o marca registrada que pueda generar confusión. Su protección tiene una vigencia de diez años, con la posibilidad de renovarlo por períodos de tiempo iguales. Respecto a su transmisión, el derecho de uso exclusivo de este signo distintivo se considera parte del patrimonio de la empresa, por lo que, su venta o cesión implicaría su transferencia automática al nuevo propietario, salvo que se haya pactado lo contrario. En resumen, se trata de un activo valioso para cualquier empresa, ya que es parte de su esencia. Aunque su protección inicial es automática, el registro y la publicación en la Gaceta del IMPI brinda mayor seguridad jurídica, permitiendo a sus titulares consolidar su presencia comercial y prevenir conflictos derivados de su uso.